Hoy voy a hacer una reflexión y voy a dejar los aspectos técnicos de mi día a día para compartir con todos lo que realmente pienso. Cuantos habéis llegado a una tienda, habéis pedido ayuda y tras una conversación muy corta con un empleado de la misma os quedáis pensado: ¿Qué culpa tengo yo de que esta persona este «quemada» con tu puesto de trabajo? ¿tan difícil es encontrar al alguien que te atienda mínimamente de forma correcta?
La respuesta es simple, si. Todo depende de la motivación y vocación de la persona que te atiende y, reconozcamos que no solemos encontrar a personas motivadas y con vocación.
Voy a poner un poco de contexto a estas dos palabras; según el diccionario, motivación se define como «la acción de motivar o estimular a una persona», aunque también se entiende como «aquello que anima a una persona a actuar o realizar algo». Por su parte, la vocación es «la inclinación o interés que una persona siente en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o un determinado trabajo».
Después de esta pequeña introducción creo que tengo que reconocer que de un tiempo a esta parte me considero una persona afortunada por considerarme una persona que ha conseguido hacer converger motivación y vocación. Por ello, uno de los propósitos que me he propuesto es despertar la vocación y motivación en todas las personas con las que colabore de aquí en adelante. Así que prepararos!
Agradecer una vez más a compañeros y compañeras por ayudarme día a día a disfrutar de mi trabajo. No los nombro porque no quiero comprometer a nadie.
David Oliva 
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